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Lo que nos separa son solo miles de horas…
Javier Martínez Aldanondo
Gerente de Gestión del Conocimiento de Catenaria
jmartinez@catenaria.cl

 

"Dios no me escogió para que sea el más rápido. Esto se debe a un gran esfuerzo y trabajo. Si no, no habría alcanzado este nivel" Usain Bolt

El verano que recién terminó en el hemisferio norte, fue pródigo en noticias deportivas. El Campeonato Mundial de atletismo fue solo uno de los eventos protagonistas. La frase de Bolt, el hombre más rápido de la historia, proferida hace escasamente 1 mes resulta muy ilustrativa porque sostiene la tesis sobre la que se basa este artículo: Independientemente de que existan seres humanos que cuentan con algunas características biológicas que los hacen ligeramente diferentes del resto, nada de eso tiene una influencia decisiva en su desempeño y en los resultados exitosos que son capaces de obtener. Sin motivación, sin esfuerzo, y sin práctica continua a lo largo de un largo periodo de tiempo (curiosamente las 3 características del aprendizaje), esas condiciones favorables no tienen ninguna validez. Como acertadamente señala el atleta, no se trata por tanto de la intervención de circunstancias divinas sino humanas.
El futbolista chileno Alexis Sánchez, firmó en el mes de agosto un suculento contrato para jugar durante las próximas 5 temporadas en el que es considerado actualmente el mejor equipo del mundo, el FC Barcelona. ¿Cómo se explica la superioridad del Barça? ¿Es mérito atribuible al entrenador? ¿Cuenta con los mejores jugadores o quizás con los más rápidos y fuertes? De entre todas las posibilidades que se pueden barajar, la que más me convence señala que la clave del excelente rendimiento del Barcelona tiene que ver con que el club instauró, muchos años atrás, un estilo de juego para el primer equipo que se aprende, practica y mantiene a rajatabla desde los infantiles pasando por todas las categorías intermedias. Eso explica que cuando los jóvenes llegan al equipo de primera división, se conocen perfectamente entre sí y conocen el sistema de memoria pues llevan miles y miles de horas de entrenamiento a tal punto que tienen automatizados todos los movimientos y juegan (y ganan) casi con los ojos cerrados. No importa que entren y salgan jugadores, el sello del juego del Barcelona permanece estable. Es evidente que el Barça no es infalible y tarde o temprano, surgirán equipos que lo desbancarán pero, a día de hoy, su principal ventaja competitiva son las miles de horas de adelanto que lleva sobre otros equipos que no cuentan con un patrón de juego tan definido, al que han dedicado lustros de trabajo y por tanto han logrado incorporar al ADN de todos los jugadores de forma sistemática. Ahora bien, no olvidemos que dicha ventaja es fruto de un intenso y largo proceso de aprendizaje salpicado de no pocos sinsabores y cuyo inicio algunos relacionan con la llegada de Johan Cruyff como entrenador del club a finales de la década de los 80, quien a su vez fue uno de los protagonistas del "futbol total", la revolución futbolística que impuso Holanda (la denominada Naranja Mecánica) a comienzos de los años 70.

Pero no solo es necesario recurrir a ejemplos en el terreno del deporte. Durante una entrevista emitida recientemente en televisión, el presidente en Chile de una reputada multinacional industrial reconocía lo siguiente: "¿Qué me diferencia a mí de un operario que trabaja en mi empresa? desde luego, yo no soy más inteligente porque, excepto algunos genios escasos, todos tenemos aproximadamente la misma inteligencia, la misma capacidad. La única diferencia es que yo tengo conocimientos que ellos no tienen porque he tenido más oportunidades de aprender que ellos"
Si te pregunto ¿Por qué tu empresa te contrata a ti en lugar de a cualquier otra persona para trabajar? la respuesta es muy simple: No lo hace por tu nombre, tus características biológicas o tu nacionalidad. Lo hace porque dispones de un conocimiento que tu empresa te alquila ya que lo estima necesario para poder diseñar o entregar los servicios/productos con los que atiende y trata de satisfacer a sus clientes. Si carecieses de ese conocimiento, no podrías trabajar allí. Ahora bien, cualquiera que sea ese conocimiento, es evidente que no venía contigo cuando naciste (ya que todos llegamos a este mundo desnudos y sin saber nada) sino que lo tuviste que adquirir de alguna manera. El proceso que permite adquirir todo conocimiento se llama aprender y los seres humanos somos particularmente diestros a la hora de hacerlo. De hecho, toda actividad humana es imposible de realizar si no cuentas con conocimiento para ello, desde caminar, hablar o atarte los zapatos hasta enviar un cohete a la luna o realizar un trasplante de corazón. La naturaleza funciona de manera autónoma, sin necesidad de intervención externa mientras las personas necesitamos conocimiento como la energía vital, la materia prima imprescindible para vivir. Sin embargo, si te pregunto cómo adquiriste ese conocimiento que tu empresa te paga, lo más probable es que llegues a la conclusión de que sorprendentemente no ocurrió mediante un proceso formal, en un aula, escuchando a un profesor en un curso o matriculándote en un postgrado sino más bien en tu trabajo diario, por medio de la experiencia, de la práctica, cometiendo no pocos errores, corrigiéndolos y mejorando paso a paso. Lo que comúnmente denominamos "la escuela de la vida". Hay estadísticas que indican que el 80% del conocimiento que utilizamos en nuestras tareas profesionales lo hemos aprendido en el puesto de trabajo y de manera informal e inconsciente. Somos muy hábiles para aprender de forma natural pero muy torpes para diseñar procesos de aprendizaje artificiales.

Todo esto significa que lo que hoy eres depende del conocimiento que tienes. Por lo tanto, no tienes otra cosa que conocimiento y en el caso de que por desgracia perdieses todos tus bienes o tu dinero, mientras tengas conocimiento puedes estar tranquilo, gozarás de la principal arma para resurgir y salir adelante. La única manera de perder el conocimiento ocurre cuando mueres o tienes un gravísimo accidente cerebral. Por eso, si hoy estás vivo es porque tienes conocimiento (sabes nadar o conducir un coche) que en algún momento aprendiste y que, llegado el momento (caes en una piscina o debes frenar ante un semáforo en rojo) eres capaz de gestionar adecuadamente.
Si el conocimiento que tienes depende de lo que has aprendido, entonces hoy eres lo que quieres ser y no eres otra cosa porque no has adquirido el conocimiento necesario para ello. De la misma manera, lo que serás mañana, dependerá del conocimiento que seas capaz de adquirir (lo que aprendas) lo que a su vez dependerá de lo que estés dispuesto a hacer para lograrlo. La ecuación es así de sencilla. Por eso aprender es la habilidad más importante.
Todo lo que haces, lo haces porque tienes conocimiento para hacerlo. En condiciones normales, la diferencia que existe entre 2 entre personas radica en el conocimiento que tienen (lo que son capaces de hacer) y no en su genética. Las personas somos mucho más parecidas de lo que pensamos. Nuestra anatomía es casi idéntica, tenemos hábitos similares y excepto un reducidísimo porcentaje de genios y otro pequeño porcentaje de personas con problemas de retraso, el resto de los mortales nos movemos en un espectro de parámetros muy parecidos. A pesar de ello, la vida nos demuestra que existe gran disparidad en la forma en que viven las personas, en lo que son capaces de hacer, en lo que tienen y en lo que son. ¿Qué diferencia a unos de otros? ¿Por qué unos han sido capaces de acumular y de hacer tantas cosas y otros no? ¿Podemos concluir que los que más han conseguido son más inteligentes, más capaces y están mejor dotados genéticamente que el resto? Estoy convencido que no. Piensa en personas que admires por alguna cualidad concreta: Por contar con abundantes recursos económicos, por desempeñar un cargo apetecible o un rol o profesión que te atraiga. La diferencia entre ellos y tú es que ellos son capaces de hacer cosas que tú no puedes hacer y que consideras envidiables. Es obvio que ellos no nacieron así. Si tú no haces esas cosas, es porque no quieres, no te crees capaz o no te interesan lo suficiente pero no porque no sea posible hacerlas. Dado que las capacidades de las personas son casi idénticas, lo único que les diferencia de ti es que han aprendido cosas que tú no has aprendido, es decir, tienen conocimiento para hacer cosas que te pueden parecer inalcanzables y lo serán mientras tú no las aprendas. Sin embargo, parece elemental que si ellos lo hacen, tú también puedes hacerlo. Si de verdad quisieras ser como ellos, solo necesitas querer y aprender. Es innegable que hay personas con más talento natural, mayor facilidad o distinta predisposición pero los elementos que juegan un papel primordial en la vida son otros: Motivación, entusiasmo, perseverancia, fuerza de voluntad y sobre todo aprendizaje. La única diferencia entre aquellos a quienes envidias y tú son miles de horas. Si quieres hacer lo que ellos hacen, tener el conocimiento que ellos atesoran, debes invertir las miles de horas que ellos invirtieron en su momento para aprender y poder hacer lo que hacen. No hay otro camino, no existen atajos. Y al revés, estoy seguro que tú puedes hacer cosas que ellos no pueden porque también has dedicado miles de horas. Cómo dice el refrán, "quien algo quiere, algo le cuesta". Por esa misma razón, resulta tan difícil desaprender lo aprendido, porque después de tanto tempo ejecutándolo sin necesidad de pensar, se ha automatizado de tal manera, las conexiones neuronales son tan sólidas, que deshacerlas para crear otras nuevas resulta una tarea titánica. Siempre que haces algo, inconscientemente echas mano de cómo has enfrentado esa acción en el pasado (y en concreto, de lo que mejor te funcionó) antes de tomar la decisión hacia el futuro. Como leía el otro día "Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño". Una persona empieza a morirse en vida cuando deja de aprender.

La vida de las empresas, también es un proceso de aprendizaje continuo, de miles y millones de horas. Cuando analizan su pasado, se dan cuenta de que han enfrentado cientos de desafíos que les obligaron a decidir, actuar y cambiar para poder ser capaces de hacer cosas que anteriormente no sabían hacer y que si han llegado al presente ha sido gracias a su capacidad de aprender. Cuando miran hacia el futuro, no hace falta ser pitoniso para adivinar que lo que les espera y la clave para afrontarlo de forma exitosa dependerá, nuevamente, de su destreza a la hora de aprender. Lo que va a suceder mañana en tu empresa es altamente predecible porque cuentas con abundante información histórica (que podemos llamar memoria organizacional) que te demuestra que se parecerá muchísimo a lo que ocurrió ayer. Es verdad que pueden suceder hechos nuevos, inéditos, inesperados para los que no tengas respuesta pero son excepciones y por eso mismo, deben ser sistemáticamente registrados en la memoria para incrementar su potencia y por ende, nuestra capacidad de aprender. La razón por la que se producen errores repetidos en las organizaciones es precisamente porque estas no aprenden de los errores cometidos con anterioridad, su memoria resulta extremadamente débil. Hace poco leí esta noticia: Vuelo de prueba del avión más rápido del mundo falla y se precipita al mar refiriéndose a un avión que está desarrollando el Pentágono capaz de alcanzar una velocidad de 21 mil kilómetros por hora, es decir, volar desde Ciudad de México a Buenos Aires en 21 minutos. ¿Alguien tiene dudas de que dicho avión será una realidad en unos años y de que el único obstáculo hoy en día es no contar con el conocimiento suficiente? La semana pasada, un periodista especializado en Formula 1 recibió la siguiente pregunta de un lector en una entrevista digital: ¿Qué tiene que hacer Ferrari para tener un coche competitivo para 2012? Su respuesta fue: Si lo supiera, tendría mi futuro solucionado de por vida. De nuevo el conocimiento se muestra como la llave del futuro y la respuesta de la mayoría de los problemas. La barrera que te impide avanzar es casi siempre de conocimiento. Innovar no es otra cosa que crear conocimiento nuevo o lo que es lo mismo, aprender a hacer cosas distintas o novedosas.

Si cuando vayas a la playa en verano quieres lucir un cuerpo perfecto, tendrás que dedicar muchas horas a hacer ejercicio y comer de manera ordenada y sana, en caso contrario nada sucederá. No basta con saber qué hacer (adelgazar), hay que pasar a la acción. El problema pocas veces es saber sino hacer lo que sabemos. Malcom Gladwell aborda este tema en su libro Outliers pero mucho tiempo antes, Don Quijote ya le dijo a Sancho "No hay un hombre que sea más que otro sino que hace más que otro". Ya se sabe, la práctica hace al maestro.

El 18 de octubre en Caracas participaremos en el Foro Internacional del Talento "Tu ventaja competitiva es tu gente" organizado por Alta Gerencia.
El 27 de octubre en Santiago realizaremos el Taller Lego "Cómo Desarrollar y Potenciar las habilidades Directivas ¡JUGANDO!" organizado por Work

 
 
 

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